MUNICIPIS DEL TARRAGONÈS Creixell, el nostre poble |
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Nos encontramos en Creixell, con 1565 habitantes, cuya torre de la iglesia, en los altos del otero, a dos kilómetros del mar, es bien visible desde la playa. El caserío se asienta en torno al viejo castillo de planta poligonal irregular –nueve caras- muy modificado a causa de las varias restauraciones durante los siglos XVI y XVIII y cuya parte más antigua conservada parece ser del siglo XIV.
Dos masías de elegante e imponente porte se asientan en Creixell, Mas Gibert y Mas Mercader, ambas en mal estado, la primera irremediablemente perdida sobre un otero donde mana la fuente del mismo nombre. Lugares para la nostalgia que vieron tiempos prósperos. Dentro del recinto de la masía se encuentra la capilla de Santa Teresa. Su iglesia parroquial está dedicada a Sant Jaume, y aunque de finales siglo XVI y su cripta concluida en 1663, existen noticias de otra anterior sobre la que se construiría ésta. El remate del campanario lo hizo el arquitecto modernista Josep M. Jujol, discípulo de Gaudí. Sus dos kilómetros de playa de fina arena, con dunas y salinas de gran interés ecológico y origen eólico, es lo que busca el turista o los que tienen ahí su segunda residencia, como por ejemplo en la urbanización El Rincón del César, donde todavía pueden encontrarse los restos de una antigua villa romana del siglo II, algunos rodeados de jardines y cogidos al suelo con una cadena, como la columna a la salida de un túnel que conduce a la vía del tren y desde allí a la playa. © Una mirada sobre el Tarragonès, 2002 Creixell
El castillo a la izquierda, del siglo XIV, nos recuerda luchas eternas entre moros y cristianos y después serviría de apoyo a las torres desde donde se vigilaba a los corsarios hasta que se instalaron en su estado, al norte de África. La torre de la iglesia fue levantada cuando los ánimos se serenaron y los cristianos pudieron instalarse a labrar sus viñas y podar sus olivos, después llegaría Jujol y le haría un remate a la torre, como acostumbraba en muchas de las iglesias de Tarragona, él estaba allí, en su tierra, en lo más alto, a donde no llegaba la sombra potente y alargada de su maestro Gaudí. La prensa de vino, en primer término, mezclada con restos romanos (no se podía perder los del imperio esta tierra buena y agradecida), nos muestra tiempos más recientes, del siglo que ha finalizado, cuando ellos sacaban de la uva el vino que, según Pascual Madoz, producía las enfermedades más comunes entre los habitantes de Tarragona, las gástricas. Después, las modernas edificaciones hicieron ricos a los hijos de los pageses, quienes cambiaron viñas por ladrillos, y ahora sólo sirve la prensa para hacerle fotos mientras se piensa que, acaso, cualquier tiempo pasado fue mejor. © Isabel Goig, 2005 |
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