GASTRONOMÍA Cocina del Tarragonès |
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La gastronomía del Tarragonés, está marcada por ese clima mediterráneo que produce aceite de oliva, frutos secos y buen vino, además del arroz, proveniente de la comunidad valenciana, lindante con Tarragona. El cultivo de aceite, vino, almendras y avellanas fue introducido por los pueblos del mediterráneo anteriores a los romanos y éstos, atentos a todo lo interesante, se ocuparon de potenciarlo y sacarle el mayor partido posible. En Tarragona capital existe una asociación llamada Tàrraco a Taula, cuyo presidente es David Solé (propietario del restaurante Barquet) que se ocupa de dar a conocer de qué forma se deleitaban en esa zona privilegiada de Cataluña los romanos más o menos pudientes. Otras casas de comida –nos gusta más llamarlas así- se esmeran en elaborar platos romanos, como el Palau Baró o el Thermopolium. En mayo tuvieron lugar unas jornadas llamadas Tàrraco Viva, en las que se ofreció tapeo romano como pasta de aceitunas negras, sepia con guisantes, pollo con especies, vino de rosas, pan romano. Gracias a estas iniciativas sabemos que los romanos, además de lo anterior, comían higos al horno con hígado de pato, salteado de setas reducidas al vino y especies, mejillones con vino de pasas reducido, pulpitos con pimienta y garum y arroz con escórpora y rábanos, y finalizaban el condumio con dátiles rellenos de piñones y rebozados en miel. Postres parecidos a este pudimos degustar en la feria de artesanía celebrada en mayo en la localidad de Torredembarra, donde junto con el pan de higo coexistían unas deliciosas barritas de dátiles y frutos secos cocidos en miel y prensados. A niveles más populares hemos de hablar de las comidas comunitarias. Y si costumbre celtíbera eran los banquetes y de ellos queda recuerdo en los pueblos asentados en la antigua Celtiberia con la elaboración de las calderetas en festividades, en lugares del Tarragonés ese banquete se celebra con productos locales, como las calçotadas, las sardinadas y las arrossadas.
"No creo que existan muchas ciudades en el mundo –Tarragona- que, además de un incomparable pasado, una historia estupenda y una situación de una rara belleza, disponga de una salsa propia, particular y única". Se refiere a la salsa romesco. De Joan Brull i Pinyol y Salvador Llorac i Santis, de Ya, en el apartado de los arroces, y siguiendo en Creixell.
Habría mucho que escribir sobre las cocas, esas tiras de masa fina, largas y estrechas, cubiertas y coloreadas por espinacas, cebolla, tomate, azúcar derretida, piñones y lo que la imaginación dicte. Y la reposteria, cuya fama comparte Tarragona con el resto de Catalunya. De los vinos de Tarragona ya hablaron los clásicos. Plinio dejó escrito: "De los vinos de Hispania son famosos los laletanos, pero por su exquisitez los tarraconenses". Silio Itálico también lanzó sus piropos: "La vinifera Tarraco produce un vino poderoso que solamente cede al del Lacio". Y Marcial no quiso quedarse corto: "Tarraco produce vinos que solamente ceden a los de Campania, y son comparables a los de las ánforas toscanas". Pero el vino de Tarragona –su pasado y su presente con sus denominaciones de origen- lo dejamos para otra ocasión. Sólo comentar que Pascual Madoz (1845-1850), en su diccionario, habla de él y al vino achaca las culpas de algunas enfermedades gástricas padecidas, por el exceso de consumo, por los habitantes de los pueblos tarraconeneses productores. © Isabel y Luisa Goig
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