MUNICIPIS DEL TARRAGONÈS Creixell en "L'Església del Mar" |
Puesto que la novela sigue con rigor la Crónica de Pere IV d’Aragó i Catalunya, el del Punyalet, casi con seguridad que el hecho sea cierto y esté inspirado en la citada crónica, con la consiguiente dramatización. De esta forma presenta Falcones el Viafora o Viafors, grito de auxilio propio de la Edad Media, destinado a convocar a las hots (en el caso de Barcelona) para defender tanto una situación como a cualquier ciudadano (con los derechos de tal), que se hallara en grave situación. En el capítulo dedicado al recorrido que desde Barcelona hacen a Creixell, el autor hace viajar al protagonista, Arnau, quien desde la más miserable de las situaciones, llega a la nobleza. Con muy pocos años, su amigo Joanet y él van a “cuidar a los soldados de Barcelona”, tras escuchar las campanas de la ciudad y el grito de ¡Vía Fora! Allí mismo suelta Arnau los fardos con que la esclava Estranya le hacía cargar a diario y se unen a la multitud. “Cuando se volvieron hacia la plaza, vieron que junto a los dos pendones de los alguaciles se hallaba un tercero: el de los mercaderes. El abanderado no vestía ropas de guerra, pero llevaba una ballesta a la espalda y una espada al cinto. Al cabo de poco llegó otro pendón, el de los plateros, y así, lentamente, la plaza se llenó de coloridas banderas con todo tipo de símbolos y figuras: el pendón de los peleteros, el de los cirujanos o barberos, el de los carpinteros, el de los caldereros, el de los alfareros (…) Bajo los pendones se iban agrupando, según su oficio, los ciudadanos libres de Barcelona; todos, como exigía la ley, armados con una ballesta, una aljaba con cien saetas y una espada o una lanza. Antes de dos horas el Sagramental de Barcelona (1) se hallaba dispuesto a partir en defensa de los privilegios de la ciudad”.
Van a Creixell, donde los habitantes, a instancias de los representantes del señor, retenían un rebaño propiedad de los carniceros de Barcelona. Los carniceros tienen privilegio de paso y pasto en toda Catalunya. Nadie, ni siquiera el rey, podía retener un rebaño destinado a Barcelona. “El señor de Creixell ha retenido un rebaño y exige al pastor el pago de los derechos de pasto y paso por sus tierras. ¿Os imagináis que desde Tarragona hasta Barcelona todos los nobles y barones exigieran pago por paso y pasto? ¡No podríamos comer!”. Contentos y felices, despedidos a las puertas de la ciudad como héroes, los componentes de la host caminan por Sant Boi, Castelldefels, Garraf hasta Sitges, donde hicieron noche. El señor de Fonollar (2) recibió en su castillo a los prohombres y el resto durmieron a las puertas de la villa. Al día siguiente siguieron la marcha, Geltrú, Vilanova, Cubelles, Segur y Barà, todos ellos pueblos con castillo y, desde Barà, se desviaron hacia el interior en dirección a Creixell. “Era una población separada poco menos de una milla del mar, situada en un alto en cuya cima se alzaba el castillo del señor de Creixell, una fortificación construida sobre un talud de piedras de once lados, con varias torres defensivas y a cuyo alrededor se hacinaban las casas de la villa”. El castell de Creixell está documentado a finales del siglo XII, cuando el obispo de Barcelona, Ramon de Castellvell, concedió la Carta de Població a los individuos que fueran a vivir o vivieran en la villa de Creixell. Esta villa, con seguridad, toma el nombre de otra ubicada en Gerona. Cuando la repoblación de la Catalunya Nova bajaron gentes de la Vella, ya que los señores habían participado en la conquista y, además de vasallos, llevaban también el nombre de sus lugares de origen y sus apellidos. Durante el siglo XIV los señores de Creixell, en Gerona, llevaban el apellido Creixell primero y después Sagarriga, nombre que suena por la comarca del Penedès y otras (3). Pronto dejaría de ser de su domino la villa de Creixell, en Tarragona, ya que en el fogaje de 1365-1370 se la describe propiedad del prior del monasterio de Sant Pere de Casserres de la comarca de Osona. Aunque parece ser que la señoría debía ser compartida, ya que en el año 1381 el Infant Joan (primogénito y heredero de Pere el Cerimoniós, vende la jurisdicción de los castillos de Creixell, Roda y Berà al monasterio de Casserres, que desde entonces tendrá pleno dominio, exceptuando Creixell, como el sitio de máxima jerarquía (4). El castillo de Creixell (Tarragona) sigue en pie dominando el antiguo caserío. De la época en que Falcones sitúa la salida de las hots, sólo resta la base, en forma de talud. El edificio, de figura poligonal, fue construido durante el siglo XVII. Por aquí y por allá se ven, sobresaliendo entre modernos edificios, las torres de defensa que rodeaban al noble y antiguo edificio. No hubo batalla en Creixell, negociaron, el alcalde ordenó que pusieran en libertad al pastor y devolvieran el ganado, el señor logró huir “a través de un pasadizo secreto que unía el castillo con la playa”. La fuerte compensación económica que hubieron de pagar, la harían efectiva, tal vez, entre los vecinos. Y “El pendón de Sant Jordi volvió con honor a Barcelona, y junto a él, los dos niños, orgullosos de su ciudad, de sus conciudadanos y de ser barceloneses”.
© Isabel Goig 2006 |
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