EL FOLCLORE Algunes Tradicions Nadalenques |
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Els tarragonins, es reuneixen al voltant de la catedral, igual que els castellans ho fan en les seves places majors porxades i reservades a les esglésies, amb els seus oms davant, per reunir-se en consell a la crida de campana de toc. Són formes mediterrànies ambdues, que ja es practicaven en l’antiga Grècia.
© Una mirada sobre el Tarragonés |
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Algunas Tradiciones Navideñas En la Navidad, considerada la fecha de nacimiento de Jesucristo y también de Mitra, se han practicado desde antiguo unos ritos que nada tienen que ver con los actuales, de belenes y cabalgatas. Algunos de estos ritos derivan de la tradición centroeuropea de colocar en las cocinas de leña, con la llegada del invierno, un tronco enorme que llaman trasfuego para que, con lentitud, se vaya consumiendo; llegado el tiempo de calor, la primavera, esas cenizas todavía con la forma del tronco, que al tocarlas se desmoronarán como castillo de arena, serán esparcidas sobre la tierra de cultivo con el fin de que el fruto sea abundante. De otra forma está presente el tronco de árbol en muchos pueblos de Tarragona con el nombre de Fer cagar el tió. En Nochebuena se coloca un tronco junto a una pared y se tapa con una manta; el tronco ha de tener huecos suficientes para esconder en su interior turrones, frutas confitadas, frutos secos (avellanas y almendras en el Tarragonés) barquillos, juguetes… Llegado el momento, los chavales, garrotes en ristre, apalean al tió de Nadal y los frutos escondidos en su interior van cayendo, con el alborozo lógico de los niños. En el Alto Aragonés a este rito se le lama “tronca”, “rabassa” o “toza de Navidad”. El mayor de la casa –casi siempre el abuelo- hace de oficiante, presenciando este culto a la naturaleza, pues en esta comarca las cenizas de la tronca se esparcirán por los sembrados llegado el momento. Por estas fiestas navideñas, el 31 de diciembre, un personaje gigante hace las delicias de los pequeños, es el Hombre de las Narices, que presenta tantas como días tiene el año que finaliza. Hace su aparición en el lugar donde los tarraconenses se dan cita cada vez que desean celebrar algo en comunidad, delante de la Seo. En esta plaza y alrededor de la catedral tenían lugar los mercados, tanto de granos como de vituallas, siguiendo una costumbre muy antigua, tanto, que ya Jesucristo, montado en cólera, echó a latigazos a los mercaderes de los alrededores del templo de Jerusalén. Los tarraconenses se reúnen alrededor de su catedral, al igual que los castellanos lo hacen en sus plazas mayores porticadas y reservaban las iglesias, con sus olmos delante, para reunirse en concejo a la llamada de campana tañida. Son formas mediterráneas ambas, que ya se practicaban en la antigua Grecia. El Salomonet de les matines es otra leyenda sobre Tarragona basada sobre un supuesto hecho acaecido una noche de Navidad, siglos atrás. Entonces, y hasta bien entrado el siglo XX, había colgada en la Catedral de Tarragona una lámpara, llamada salomó, de bronce con doce brazos, que se encendía en determinadas celebraciones. La luz de esta lámpara a través del rosetón del templo, y gracias a la buena ubicación de éste en la parte alta de la ciudad, salvó a una nave a punto de naufragar. La hija del patrón, Elena de nombre, se encomendó a la virgen de la Esperanza, cuando ya quedaba poca de ella entre la gente del barco, que veían cómo la nave se iba a pique a causa de la tormenta. Después de la plegaria, ésta cesó y pudo verse, a lo lejos, una luz, la del salomonet de les matines, que les guió hasta el puerto. "Todos los dichos señalan al caganer como la figura más característica de los pesebres catalanes. Se dice que su origen se remonta al siglo XVII o XVIII, y que, al principio, no solo era una figura del pesebre, sino que también tenía una función decorativa. El caganer, que fertiliza la tierra a su manera, se consideraba un símbolo de buena suerte y entusiasmo. Hoy aparece representado con mil vestidos." (Nuestras Tradiciones)
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