Es común que poblaciones próximas se comparen constantemente y compitan para superarse una a la otra.
Las exageradas emociones de antaño, hoy afortunadamente equilibradas, favorecían la descalificación del adversario, como si de un enemigo se tratara. De este modo, circulaban historias encaminadas a demostrar que la población vecina era más pequeña, más fea, más cobarde, más deshonesta... todo valía.
La tradicional competitividad entre Tarragona y Reus viene de muy antiguo. Ambas ciudades han tenido una importante influencia en el “Camp de Tarragona”, pero sus puntos fuertes han sido muy distintos. Por este motivo, ambas poblaciones han transmitido su leyenda “con mala baba” contra su rival, que a ojos de hoy se ve tierna, como una pelea infantil superada.
Voy a presentar dos leyendas que utilizaron los habitantes de Reus y Tarragona contra sus vecinos. Ciertamente, ninguna de las leyendas tiene el menor aval histórico, sin embargo, en su momento, se presentaron como historias “con fundamento”.
La fundación de Reus. (según versión de Tarragona)
 Esta leyenda corría de boca en boca, hasta que Amadeu-J Soberanas, en 1965, la publicó en el libro “Leyendas históricas de Tarragona” editado con la colaboración de la Diputación de Tarragona. La publicación de este libro provocó cierto malestar en la ciudad rival que una nueva leyenda se encargó de ilustrar con acciones de desagravio totalmente salidas de madre. Amadeu-J Soberanas, en Abril de 2002, ha vuelto a publicar sus leyendas, ahora en catalán, en Edicions El Mèdol.
Esta leyenda también apareció publicada en 1980 en la “Guía Secreta de Tarragona”, de Josep Francesc Valls, editada por SEDMAY Ediciones. El autor hace referencia al libro de Soberanas, pero se hace eco de la leyenda de desagravio (que algo hubo) como un hecho real y probado.
El resumen de la leyenda en cuestión es el siguiente:
Se cuenta que en los orígenes de la ciudad de Tarragona se establecieron en ella unos comerciantes venidos de tribus de tierras lejanas. Al poco tiempo ya eran conocidos por sus desmanes, continuos altercados y por romper la habitual paz de la ciudad.
Las autoridades de Tarraco decidieron recuperar la paz y condenaron a aquella tribu al destierro a no menos de quince kilómetros, donde ellos fundaron la ciudad de Reus. En catalán “reus” significa “reos” o “condenados”, lo cual daría el toque de “mala idea” necesario al relato.
Sin embargo, tal como aclara Soberanas en la segunda edición de sus leyendas, antiguamente esta palabra en latín no tendría el mismo significado, ya que “reus” se referiría al acusado, pero no al condenado o preso. Así, según la más pura interpretación etimológica, y apelando a la presunción de inocencia, los de “reus” habrían sido acusados, pero jamás condenados. ¿Tal vez una acusación injusta y jamás probada?.
Los tarraconenses deicidas. (según se cuenta en Reus)
La leyenda negra de Tarragona jamás la he visto publicada. Me la contó, hace tiempo, alguien vinculado a la radio-televisión de Catalunya.
Como es conocido, uno de los monumentos romanos con los que cuenta la ciudad de Tarragona es el “Palacio de Pilatos”.
Cuenta la tradición que en este palacio vivió Poncio Pilatos, gobernador de Tarraco, antes de ser destinado a Jerusalén.
Como era costumbre en aquel tiempo, para establecer vínculos estrechos con la población autóctona de las provincias integradas al impero, los gobernadores procuraban, enseguida que fuera posible, formar su guardia personal con hombres nativos.
Así se hizo, y al cabo de unos meses, la guardia de Poncio Pilatos estaba formada por soldados tarraconenses.
Posteriormente se destinó a Poncio Pilatos a Jerusalén, donde se desplazó urgentemente con su guardia personal tarraconense. Al poco tiempo tuvo que enfrentarse a los disturbios de la Pascua, en los que los sacerdotes le presionaron para ajusticiar a nuestro señor Jesucristo, y él accedió. Es por eso que se da como cierto que los verdugos de Jesús fueron ciudadanos de Tarraco, antecesores de los actuales tarraconenses.
** Hay que señalar que ninguna de las leyendas tiene referencia histórica alguna y que se deben absolutamente a la imaginación popular.


Las fotos corresponden al “Pretorio Romano” o “Palau de Pilats” (Palacio de Pilatos), en Tarragona
© J. Noguera
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