HISTORIA El Tarragonés antes de los romanos |
|
Nos ceñiremos a transmitir del Tarragonés la impresión que nos ha producido desde la fascinación de lo mágico, de lo encantador, apoyado por los autores cuyas teorías nos han parecido con suficiente interés, además de la descripción de sus fiestas, ritos y lugares. La comarca del Tarragonés está delimitada por el Mediterráneo y amparada por la cordillera Costero-Catalana, de la cual forman parte las Montañas de Prades. La recorren dos ríos, el Gaià y el Francolí. Como todas las fuentes y los cursos fluviales, también el río Gaià tiene su leyenda. El otorgar a las fuentes la calidad de mágicas se remonta al principio de los tiempos. El agua ha significado siempre la vida, a su alrededor se han tejido leyendas y a sus aguas se les han atribuido propiedades mágicas y curativas. A las ninfas de las aguas - Oceánides, Nereidas y Melias-, que representaban la fecundidad de la naturaleza, los romanos les levantaban altares rústicos cerca del manantial, y a las de los bosques y cavernas cerca del lugar donde se suponía que habitaban. También les sacrificaban productos de la tierra, como aceite, leche, miel y, hasta en ocasiones, animales. Dice Hübner, que en Tarragona adoraron a estas ninfas. Con el paso del tiempo y la implantación del Cristianismo, aquellas ninfas, aquellos espíritus, aquella veneración por la naturaleza en todas sus manifestaciones, fueron sustituidas por una iconografía más trágica, menos alegre, pero bien arraigada, tanto, que es complicado rastrear en ella para encontrar la alegría de otros tiempos. El nacimiento del río Gaià –palabra que por cierto significa Tierra- no se sustrajo de esa influencia y cuenta también con una leyenda cristiana que comentaremos más adelante.
Los distintos pueblos que sucesivamente se fueron asentando en esta tierra, entre el Mediterráneo y la cordillera, fueron dejando en el Tarragonés y en toda la actual provincia de Tarragona, sus costumbres, sus dioses, su arte, sus ritos y su forma de trabajar la tierra. Unas cosas se han desdibujado, tanto, que apenas queda un guiño en el que poder apoyarse para lanzar una teoría, aunque fuera disparatada. Otras han permanecido, y gracias a ellas –y a las fuentes clásicas- se sabe que los cossetanos, pueblo ibero, habitaban la actual Tarragona. Dicen que tal vez su nombre se debiera a la destreza en disparar y manejar el arco, en cuyo caso el topónimo vendría de la voz oriental Koset, que significa "El arco de disparar flechas". En los tratados de Prehistoria, Cossetania está considerada como una antigua región de la España oriental extendida por el litoral de Cataluña y comprendida entre los ríos Ebro y Llobregat –siempre fueron los ríos fronteras naturales-. Otros pueblos, que más tarde conformarían ese conglomerado de culturas que con el tiempo fueron las distintas tierras de la Península Ibérica, convivieron con ellos y compartieron en muchos casos culturas; por ejemplo con la Ilercaonia, al otro lado del Ebro; la Laletania, al Norte del Llobregat; y la Suesetania, pueblo que ocupaba las montañas de Prades. Los pueblos orientales que, al igual que después los castellanos y portugueses hicieran a través del Atlántico, surcaban el Mare Nostrum en busca de nuevas tierras, se encontrarían unas ciudades fortificadas de las que todavía pueden verse restos de muralla ciclópea en Tarragona y en Olérdola (Ullastret). Las ciudades aparecen en Cataluña muy pronto, no sólo en la zona costera, sino en el interior, por ejemplo Ilerda, la actual Lérida. Se sabe que fueron pueblos de procedencia oriental, como los griegos foceos, frigios, fenicios y cartagineses los que enseñaron a los iberos cossetanos a trabajar la tierra, a implantar una agricultura adecuada al clima, una agricultura que se hermanaría con toda la cuenca del mare nostrum, dando, con el paso de los siglos, su nombre a ese conjunto de cultivos.
Los frigios eran muy buenos agricultores y debieron ser ellos, o los fenicios, o los cartagineses (todos ramas del mismo tronco) los que llegaron hasta esta región para enseñar a los cossetanos, o la tribu ibera que allí estuviera asentada, de qué manera ellos trabajaban la tierra y qué frutos obtenían. Maluquer de Motes da como segura la introducción de la vid desde Grecia y apunta que "La actividad griega (en los siglos VI-V a.V.) se dirigirá necesariamente hacia la elevación del nivel de vida indígena que habrá de constituir su clientela y a la que es necesario estimular su poder adquisitivo".
© Una mirada sobre el Tarragonés |
|
![]()
|
Escíbenos. Colabora |
• |
|
|