PAISANAJE Ramón J. Sender y Tarragona |
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A veces caen libros impagables en las manos, cuyo contenido va directamente al corazón. Este es el caso de la recientemente editada biografía de Ramón J. Sender, cuyo elaborado estudio se debe a otro aragonés, Jesús Vived Mairal, licenciado en Teología y Periodismo y estudioso de esa gran figura universal que fue el autor de Réquiem por un campesino español. El libro, visto así de pronto, con sus más de setecientas páginas e innumerables notas, puede provocar algún rechazo, incluso el planteamiento de dejarlo para más adelante, en las vacaciones, cuando se tiene más tiempo libre. Aconsejo que se lea lo antes posible, por que, como digo más arriba, el contenido, a pesar de las páginas y las notas, llega hasta adentro.
La figura de Ramón J. Sender llegó tarde al público español. Su ingente creación fue de culto para algunos, pero hasta que se empezó a recomendar su Réquiem en los institutos allá por los finales de los años setenta (al menos en Barcelona), y Televisión Española programó Crónica del Alba, el oscense era un desconocido para el gran público, a pesar de que había nacido en 1901 y su primera novela, Imán, vio la luz en 1930. Decía que la obra de Ramón J. Sender está, al menos en los años posteriores a la Guerra Civil española, íntimamente relacionada con su vida personal, ya que luchó en el bando de los vencidos, esos hombres que jamás fueron perdonados por los obscenos vencedores, por el sólo motivo de que hicieron lo que debieron. La gran dimensión de su obra se debe en parte a este hecho y a otro concreto y tremendamente doloroso: la muerte de su primera esposa, madre de dos de sus tres hijos, en Zamora ("donde nunca pasa nada") a manos de los facinerosos. El motivo de este comentario para la página web tarragona-goig, es dar a conocer la relación que tuvo este aragonés recio que presumió toda la vida de serlo y llevó a Huesca y a los pueblos de la ribera del Cinca en su corazón, con la provincia de Tarragona y más concretamente con Reus y Salou. Para empezar debemos decir que el apellido Sender es catalán, y el autor de la biografía advierte que la vocal tónica es la segunda.
Cuando en 1942 escribió Crónica del Alba y más tarde, en 1954, Hipogrifo violento (segundo libro de la serie Crónica del Alba), revive aquellos años pasados en Reus en primera persona, con el nombre de Pepe Garcés (sus segundos nombre y apellido). Por sus páginas desfilarán los religiosos encargados de su enseñanza y el hermano lego, Alejandro Mateu Esparvé, quien fue uno de los religiosos que formaron la primera comunidad del colegio de Reus. "Pepe Garcés admira la ciudad de Reus por sus calles tan rectas, sus plazas tan limpias, en una de las cuales se levanta la estatua del general Prim, y sus comercios tan esplendorosos como los de Zaragoza". La admiración adolescente de Sender por Reus no se limita a sus dos obras antes mencionadas, en El verdugo afable (1952), uno de sus personajes, Ramiro Vallemediado, también siente admiración por esta ciudad, y estudia en un colegio de la localidad.
En unos textos que Ramón J. Sender escribió a petición de la Universidad de Madrid sobre su libro Hipogrifo violento, aclara algunos aspectos de su cosmovisión en el colegio de Reus, sobre todo de carácter religioso: "En el colegio de Reus ese conflicto se presenta en formas todavía atenuadas por mi torpeza infantil para lograr síntesis. Pero Pepe se da cuenta de que la religión es diferente de la iglesia. El hermano lego, que pinta en su taller, es la religión. El padre Ferrer, la iglesia. Y la iglesia tiene miedo de los obreros de la fábrica de electricidad en huelga. Y el hermano lego, como buen religioso, no tiene miedo de nada. ¿Cómo es posible que un hombre con la conciencia del misterio y de la divinidad tenga miedo de algo? Con las primeras formas de curiosidad intelectual de Pepe comienza la dimensión social. En el niño del volumen anterior está latente esa dimensión (conflictos familiares, rechazo del padre, misterios del castillo, fuga por el amor), pero ahora está presente ya". Jesús Vived ha identificado a alguno de los padres de la Congregación de la Sagrada Familia de Reus, en la obra Hipogrifo violento. El hermano Pedro fue en realidad Pedro Vendrell, vigilante de los niños y ayudante del padre inspector, con gran ascendencia sobre los internos y muy buen considerado por Pepe Garcés, gracias a que nunca denunciaba las travesuras, a veces subidas de tono, de los muchachos. Sería destinado, en 1930, a Buenos Aires. El hermano lego, como digo más arriba, es Alejandro Mateo Esparvé. "Era un hombre muy sencillo y, aunque de pocas letras, llegó a identificarse plenamente con el espíritu de la congregación sufriendo y arriesgando por ella". Murió en el colegio de Reus a los 52 años de edad y 30 de vida religiosa. Sería en Reus donde Ramón J. Sender conociera la existencia de Calderón de la Barca –interpretó a Segismundo en el colegio- y de Santa Teresa de Jesús. Él mismo lo cuenta así en "Antecedentes a Tres novelas teresianas" (Obra completa, t. I, Barcelona, Ediciones Destino, 1976): "En 1913, siendo alumno interno en el colegio de la Sagrada Familia de Reus y teniendo yo la importante edad de doce años nos llevaron a todos los estudiantes a un teatro –una especie de auditorio municipal- donde se celebraba una velada en honor de Santa Teresa. No saqué gran cosa en limpio de todo lo que oí, pero la figura de la escritora santa me quedó grabada en la imaginación".
En una de las excursiones que los alumnos del colegio hicieron por la provincia, se desplazaron hasta el pantano de Riudecañas y a Salou. Esta sería la primera vez que Sender viera el mar y, además, viera volar un avión que lo pilotaba el famoso aviador francés Védrines. ¿Sería esta impresión la que le haría pensar en instalarse en Salou al final de su vida? Ramón J. Sender padecía asma, lo que le llevó en más de una ocasión a ser internado en hospitales y a buscar sitios apropiados para paliar los efectos de esa dolencia. Por esto y a pesar de ejercer de aragonés durante toda su vida, sobre todo desde la nostalgia del exilio, nuestro escritor pensó en otro lugar distinto a Aragón para pasar sus últimos días, y este fue, precisamente, Salou, también en la provincia de Tarragona, aunque dudó en algún momento entre este delicioso lugar y Alicante. Esto queda reflejado en la carta que escribió a José Vergés, el 2 de diciembre de 1979, en la que le decía que pasado el verano pensaba ir a Salou o Alicante, e instalarse en alguno de estos dos sitios "como secretos refugios". Más tarde se inclinaría por Salou, y allí pensaba refugiarse, a partir de la primavera de 1980, para terminar algún libro que tenía entre manos, como El oso malayo. Finalmente no pudo pasar sus últimos días en ese lugar de mar y sol en el Mediterráneo, por que dijo, en un alarde de humor, que estaba aprendiéndose las siglas de los partidos y organizaciones que por entonces proliferaban en la todavía adolescente democracia española y en agosto de ese año sólo conocía cincuenta y seis. Murió en enero de 1982, cuando le faltaban unos días para cumplir ochenta y un años. © Isabel Goig Soler |
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