HISTORIA La princesa Láscaris y la fundación del monasterio de clarisas en Montblanc |
|
Pasaremos de largo por el supuesto milagro con intervención de los bueyes desobedientes, ya que, como también decíamos en ese artículo, abundan en el orbe cristiano y, al parecer, tienen su origen en los primeros siglos del cristianismo, cuando alguna joven quiso convertirse a él y el padre, pagano, intentó evitarlo ofreciendo su virginidad. La joven –luego canonizada- no pudo ser movida de su domicilio ni con cien carretas de bueyes. Lo que si puede ser cierto, es que la imagen llegara de oriente por orden de la princesa Irene, de la dinastía Láscaris, o bien fuera costeada por ella.
La infanta Láscaris casó con el conde de Pallars, Arnau Roger. Joaquín Miret, en referencia a él, dice: “Es muy probable que Roger de Comenge o Cominges, señor de la Gascuña y perteneciente a la familia de los vizcondes del Cosserans (departamentos del Ariège y Haute-Garonne), y Sibilia de Berga o de Saga fueron los padres de Arnau Roger, conde de Pallars desde 1267 a 1288, y de Ramón Roger, también conde desde 1288 hasta 1294. El conde Arnau Roger es el que contrajo matrimonio, entre los años 1267 y 1281, con la princesa griega Lascaris, llamada Irene por algún cronista, sin que nosotros hayamos sabido encontrar documento alguno que justifique este nombre. En todas las escrituras que a ella se refieren, aparece invariablemente con el título a nombre de infanta Lascara (…) infantisse Lascharie filie quondam illustrissimi Lascherii Imperatoris grecorum (1288). Y en otra domne Alaschare filie illustrissimi domine Alaschari veri Imperatoris Grecorum”. (Este hecho puede deberse a que Láscara o Láscaris sea el nombre de la dinastía a la que pertenecía). Al morir el conde de Pallars (al parecer por la menor edad de la hija mayor de éste y de la princesa Láscaris) gobierna los estados el hermano del conde. Tanto la vida de Irene como de sus hijos es, además de interesante, novelesca, como tantas de la Edad Media. La primera, viuda del de Pallars, tuvo al parecer amores con Bernat de Sarrià, uno de los consejeros de Jaume II, y ello la obligó a recluirse en el monasterio de Jonqueres, de la Orden Militar de Sant Jaume. La primogénita, heredera del condado, hubo de enfrentarse a todo tipo de pretensiones para arrebatarle los estados. Decíamos que a Irene, en su viaje desde Grecia, la acompañaba Constança de Hohenstaufen, madrastra de su padre. Como decíamos más arriba, a Teodoro le sucedió su yerno, Joan Ducas Vatatzo quien, viudo de Irene en 1241, casó con Constança. Ella era hija ilegítima de Federico II Hohenstaufen, emperador de Alemania y rey de Sicilia (quien la reconocería antes de morir) y de la dama italiana Blanca Lanci. Joan tenía más de cincuenta años y Constança once. El papa Inocencio IV no reconoció la legitimidad del matrimonio por ser ella católica. La ceremonia de la boda está perpetuada en cien versos que compuso el poeta Nicolás Irenikos. Es la de Constança otra vida terrible. El matrimonio es un fracaso, y el emperador mantiene durante años relaciones íntimas con La Marquesina, llegada con la corte de Constança. En 1255 muere el emperador y le sucede su hijo Teodoro Láscaris durante cuatro años, pasando a convertirse Constança en rehén para evitar que su poderoso hermano, Manfredo de Sicilia, hijo a la vez de Federico II, interviniera en asuntos de Oriente. Al morir Teodoro, el padre de la princesa Irene Láscaris, le hereda Joan IV Láscaris, un niño tutelado por Miguel Paleólogo, quien le usurpa el trono, a la vez que requiere a Constança (quien sólo tenía 30 años), de amores, sin que ella consintiera. Tras muchas vicisitudes, parece ser que las dos mujeres logran salir de la Corte, y sería entonces cuando pasaran por Montblanc. ¿Por qué vino doña Constança a Catalunya? A residir a Valencia, donde, al parecer, fue invitada por su sobrina del mismo nombre, Constança, hija de Manfredo de Sicilia, casada con Pedro III el Grande de Aragón-Catalunya, a quien la emperatriz griega cedería sus derechos de diferentes posesiones. Su sobrino el rey Pedro le cedió rentas para que viviera dignamente, según documentos que aparecen referenciados por Joaquín Miret. En seis de las calendas de enero de 1279, el rey Pedro III ordena a su oficial Bernardo Riquer (Registros 46, folio 27. Registro 46, folio 37, y Pergamino 298 de Pedro III. Archivo de la Corona de Aragón). Le da ganado (… de ganato nostro quinte quingentas bonas oues parituras…), dinero (… octo mille solidos et etiam de quatuor mille solidos eiusdem monete…) y permiso para residir (dado en Alcire, reino de Valencia). Doña Constança (de quien afirman que enfermó de lepra en Valencia y fue curada milagrosamente por Santa Bárbara) murió, muy mayor, en 1307. Fue enterrada en Valencia y parece ser, aunque no hemos encontrado documentos, que la princesa Irene Láscaris reposa junto a ella. Es en la Iglesia de San Juan del Hospital, en una capilla barroca, donde se conservan, en una sencilla urna de madera, los restos de la basilisa. Tuvo rico panteón, pero se desconoce su paradero (o eso afirmaba Feliu Dosart en 1935). En la urna se lee: “Aquí yace Dª Gostaça Augusta, Emperatriz de Grecia”.
Siglos después, Vicente Blasco Ibáñez, en “Mare Nostrum”, hace que el capitán Ulises Ferragut se enamore de ella. La novela comienza “Sus primeros amores fueron con una emperatriz”.
Bibliografía
© Isabel Goig Soler |
|
|
|
• |
|
|