En la pared del campanario de la catedral de Tarragona y en los muros adyacentes, en el lado norte del edificio (el opuesto a la fachada), pueden observarse unas pequeñas señales, como unos puntos, repartidas abundantemente de forma irregular.

En nuestros días tenemos poca tendencia a mirar hacia arriba, hacia el cielo, es por eso que a la mayoría les pasan inadvertidas. Sin embargo, si alguien ve el muro una y otra vez se da cuenta de que gran parte de la pared tiene estas marcas, como si hubiera sufrido la viruela.
Nada tienen que ver con las marcas de los canteros medievales. Se trata de pequeños puntos concentrados bajo los ventanales del campanario y, con menor intensidad, en el resto de paredes próximas.
¿Tienen algún sentido esas marcas? ¿Por qué se han producido?
Cuando en 1813 se retiraban las tropas francesas de la ciudad de Tarragona, saquearon la ciudad y, después de obligar a la población a huir, se dispusieron para volar las murallas y parte de los edificios más importantes. Durante este episodio es cuando se produce el milagro de San Magín, que por tres veces consecutivas apaga la mecha de las cargas explosivas colocadas en una amplia zona de la muralla oriental, en la que se halla ubicada la torre que lleva su nombre.
En el transcurso de estos actos vandálicos una parte de los soldados se entretuvieron practicando tiro al blanco con sus fusiles. La diana eran las campanas de la catedral. Cada acierto hacía sonar las campanas. Los fallos de puntería son los impactos de las balas que todavía hoy pueden verse en las paredes.
© J. Noguera
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