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LLIBRES Estius a l'Ebre |
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Autor: 21 autors ebrencs
Autores de los relatos: Dora S. Farnós, Albert Guiu, Laura Mur, Josep Igual, Glòria Fandos, Silvia Favià, Jesús M. Tibau, Emigdi Subirats, Jordi Andreu, M. Josep Margalef, Valer Gisbert, Núria Menasanch, Josep Meseguer, Ramon Àngel Garcia, Eva Queralt, Cinta Arasa, Xavier Garcia, Rafael Duran, Judit Ortiz, Vicent Sanz y Josepa Vilurbina. “Estius a l’Ebre” es un libro de relatos con un elemento común, el río Ebro. El Ebro, tras atravesar la península de Norte a Este, recogiendo las aguas de la nieve del Pirineo y la del Sistema Ibérico y las subterráneas de unos relieves fuertemente karstificados, entra en tierras de Tarragona majestuoso y solemne. Riba-roja, Flix, Ascó, Móra, Benissanet, Miravet, Benifallet, Xerta, Aldover, Tortosa y Amposta. Nombres con resonancias árabes o musulmanas –infieles dirían los antiguos cristianos conquistadores y repobladores-, con ecos también de templarios, más recientes de guerra civil y, sobre todo, de vida. Vida –y en algunos muerte inevitablemente unidas- es lo que reflejan todos estos relatos de ebrencs que conocen muy bien de lo que escriben. Es tal la vida que fluye por las páginas de estos relatos, que el lector desea que llegue el verano para irse a sentirla a orillas del Ebro. Sentir el sabor de los melocotones cuyo aroma permanece en el hombre, hasta hacerle sentir erecciones, muchos años después del primer mordisco. Rodearse de sol, jugar en el río aún sin saber nadar, envolverse del olor de los naranjos, los albaricoques, el sabor de las ciruelas y las fresas de Flix, recrear la vista en los campos de arroz, en los peces saltando. Notar el calor sofocante que atrae a los mosquitos, da igual que sean molestos. Convertirse en la capitalina Mercè y poder encontrar mensajes en las botellas. Después, montarse en un barquito y atravesar el Delta hasta un Mediterráneo que parece un océano. Vivir el Ebro a través de estos relatos, una propuesta nada frívola. Recorrer los restos de los castillos de las mugas que flanquean sus orillas, comer su pesca –las suaves anguilas-, su arroz, dejar que nos cuenten historias de recién llegados al Delta a dominar el agua, ver restos de civilizaciones muy antiguas, como la de Amposta… Es otra forma de ver el río Ebro. Arbó escribió historias humanas terribles sobre él, creó a Aneta y Roseta, pero eran otros tiempos, años de duro trabajo para domesticar unas tierras pantanosas. Hoy, el Ebro es como lo reflejan estos autores ebrencs. Una tierra fértil y lúdica a la vez, capaz de inspirar relatos maravillosos, coloristas, calurosos, sensuales, de veranos largos de sol y cortos de luna. De estíos donde se amasan las pasiones de día y fermentan de noche. |
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Bibliografía •
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