EL FOLCLORE

Una mirada sobre las tradiciones y la cultura
del Baix Penedès

 

Como en todo el orbe cristiano, los habitantes de las tierras que se iban conquistando y repoblando iban adquiriendo los ritos y las costumbres de las tierras circundantes, por un lado, más las que cada grupo aportaba de su lugar de procedencia. La Catalunya Nova se repobló, fundamentalmente, con gentes llegadas de la Vella. Casi todas las manifestaciones culturales fueron aprobadas, cuando no impuestas, por la Iglesia Católica, y no eran otras que las paganas cristianizadas. Por eso, entonces y todavía, disfrazadas de ritos religiosos, se festejan los ciclos de los cultivos, se convoca la fertilidad de la tierra y se recuerdan los solsticios y los equinoccios, ya sea en forma de procesiones, de ball de bastons, de castells, y tantas otras expresiones que iremos viendo, sin olvidar los temas hagiográficos, generalmente en forma de bailes.

Dansaires del Penedès

Para este apartado hemos seguido a Salvador Arroyo Julibert y sus diferentes trabajos sobre folklore, además de la observación viva y directa de los dos autores de algunas de ellas.

Ells balls parlats están considerados la expresión popular del teatro catalán. No estuvieron bien vistos durante el franquismo, en especial aquellos cuyo parlamento era en catalán (casi todos), los que no pertenecían al ámbito hagiográfico, la Iglesia llegó hasta la prohibición. Después resurgieron, pero en la actualidad no se representan en todos los lugares donde hubo tradición, aunque en algunos los van recuperando. A pesar de estar escribiendo sobre el Baix Penedès, hemos de decir que es necesario acudir a Tarragona por Santa Tecla, para ver casi todo el muestrario de este teatro popular, algo que hemos hecho nosotros el pasado septiembre, cuando, además, se gozó de un tiempo, que si bien no resultó bueno para la agricultura por la falta de agua, sí lo fue para la fiesta, haciendo bueno el refrán de “nunca llueve –o no- al gusto de todos”. En cualquier momento el viajero se puede tropezar en las fiestas con uno de estos bailes, que la potencia y juventud de los habitantes de la zona saca de los baúles.

Bailes de santos o hagiográficos podemos encontrar el de Sant Bartomeu, patrón de Albinyana y Masarbonès, donde se representó por última vez en 1990. Santa Margarida, en La Bisbal del Penedès. Santa Magdalena, en Bonastre. Sant Ramon de Penyafort, en Masllorenç. Sant Llorenç, en Llorenç del Penedès. En San Vicenç de Calders, ball de Sant Vicenç. El de Sant Jaume, en Sant Jaume dels Domenys. En L’Arboç los de Santa Fe, de Sant Francesc de Paula, de Sant Julià, de Sant Bartomeu. En el Vendrell se han representado el Ball de Sant Isidre, de Sant Jaume, de Sant Bartomeu.

En Albinyana, desde 1990 y sin interrupción hasta nuestros días, se representa Págines de Passió, obra basada en el Evangelio, y que tiene lugar en la Parroquia de Sant Bartomeu. En otras partes de Catalunya tienen lugar este tipo de representaciones religiosas, como Esparraguera, por ejemplo. Nosotros tuvimos ocasión de conocer la de Sant Joan (Mallorca), gracias a un vídeo enviado por Josep Mas. Casi todo el pueblo participa en el drama de la Passió, en el Santuari de Consolació, lugar que llegamos a visitar.

También de origen religioso podemos citar Els Pastorets, de El Vendrell, función que tiene lugar durante los meses de invierno. Esta representación religiosa, que cuenta con más de cuarenta años, tiene gran renombre y puede verse en el teatro La Lira del Vendrell.

Bailes no hagiográficos encontramos recogidos las representaciones siguientes: en Masllorenç, el ball de la Rosaura. El de don Jacinto del Castillo y el de la Rosaura, en Calafell. En la cabecera de comarca, el Vendrell, el ball de la Rosaura, el de Voluntaris Catalans a la Guerra de l’África, Marcos Vicente, de Dames y Vells, de Joan Portela, de la Patera, de Montanyesos y de Malcasats. El de Marcos Vicente se ha representado también en Les Peces, Albinyana, La Bisbal y Santa Oliva. En Marmellar no se volverá a representar nunca (está totalmente deshabitado y en ruinas), el ball de Manrique el Trobador, ni el de Serrallonga, ni tampoco el de Espineta de Caspe. En Sant Vicenç de Calders han visto representar, además del dedicado al patrón, el de la viuda Judith y de Malcasats. El ball de la viuda Judith se representó en Lletger, Les Peces, Sant Jaume dels Domenys. El Ball de Serrallonga en La Bisbal. Por último, el de Dames y Vells está documentada su representación en L’Arboç.

Los balls de Dames y Vells y Malcasats, pertenecen a los satíricos con parlamento. El de Dames y Vells se forma con un grupo de matrimonios mal avenidos, sobre todo por diferencias de edad. Mediante versos de subido tono satírico, van echándose en cara los problemas y son aconsejados por dos personajes, el batlle y el rector, quienes les escuchan y tratan de solucionarlos. Parecido al anterior es el Ball dels Malcasats, en el que intervienen seis parejas, cada una representante de las distintas clases sociales que convivían por los siglos XIX y primera mitad del XX: el pagés, el notario, el noble, el marinero, el zapatero y el gitano. Estas parejas exponen sus problemas a tres personajes más: el juez, el sacerdote y el alguacil. Es, por tanto, un baile con parlamento más que satírico, de mal gusto, según algunos autores.

El de Serrallonga es un baile de raíz histórica con el tema central del bandolerismo. Está basado en la obra de Víctor Balaguer, Joan de Serrallonga, un personaje que nació a final del siglo XVI en la comarca de Osona y que fue ejecutado. De bandoleros es también el de Marcos Vicente, el de la Espinela de Caspe (en este caso una mujer) y el de Juan Portela, famoso bandolero de Sierra Morena. El Ball de la Rosaura hace referencia a la seducción, engaño y abandono de la protagonista, hallada por unos cazadores atada a un árbol. Al grupo de danzas de guerras históricas pertenece La Patera, que simula un combate entre moros y cristianos y el de los Voluntaris de Catalunya en África, con el general Prim como protagonista y buenas descargas de pólvora.

Bailes de temática caballeresca son el Ball de Montanyeses, el de Jacinto del Castillo y el de Manrique el Trovador.

Del Ball de Faixes, que se representaba por Les Carnestoltes, dice Amades, en su Costumari: “Pel Baix Penedès, per Les Pesses, Albinyana i altres llogarets propers, la fadrinalla, proveïda de llargues faixes i d’una bandera, surt pels carrers ballant el ball anomenat de la bandera o de les faixes, en què, amb diferents alternatives, hom forma ponts per sota dels quals passen els balladors. Les evolucions són molt variades. La figura principal la constitueixen el pont, per tal de passar-hi per sota, i el saltironar i guimbar amb tot delit i lleugeresa. Aquest ball té un caràcter cerimonial i ritual idèntic al de l’indiot”.  En la actualidad, en Calafell, se ha recuperado, argumentando que lo bailaban los pescadores el día de los Santos Inocentes, si no se salía a la mar.

Si muchos de estos bailes se han ido perdiendo, o de vez en cuando van siendo desempolvados, los Balls de Diables se representan en muchas de las festividades –por no decir en casi todas- que se dan en la provincia de Tarragona y, por supuesto, en el Baix Penedes, junto con el de Bastons y Castellers.

El Ball de Bastons está presente en casi todas las celebraciones del Baix Penedès. En El Vendrell tuvimos ocasión de verlo en la pasada Feria de Santa Teresa, y en Llorenç del Penedès se tiene noticia de su práctica desde 1896. De 1948 data la fundación de la Colla de Bastoners d’Albinyana, también cuentan con collas en casi todos los municipios del Baix Penedès. Este rito, que encontramos en otros enclaves rurales y muy especialmente en la provincia de Soria (Casarejos y San Leonardo), parece estar asociado a la petición de fertilidad para las tierras y, más antiguamente, cuando se utilizaban espadas, a danzas guerreras.

Ball de Bastons de l'Arboç

Colla Castellera Els Nens del VendrellOtro tanto puede decirse de los castells. Els Nens del Vendrell, fundada en 1926, por la Fira de Santa Teresa, es la colla castellera más importante de la comarca y la primera que apareció en el Penedès. Jan Julivert fue uno de sus más notables presidentes. Josep Esteve, Pep Casalta, otro de sus dirigentes, falleció el jueves, 7 de abril del año 2005. También cuentan con la Nova del Vendrell.

Aunque La Bisbal no tiene colla propia, puede verse, en una de las paredes del casino, unos azulejos que indican las veces que en la plaza se han conseguido records. Los castells, esas torres cuyo único elemento es el humano haciendo pinya, son lo más representativo de Catalunya.

Hay que verlo y notar el ánimo en vilo, mientras se escucha a las gralles. Cuando el anxaneta culmina la torre humana, todo el que lo presencia respira profundamente y rompe en vivas y aplausos, mientras la torre se va desmoronando y los muchachos se abrazan entre ellos y con los familiares. Los componentes de las collas forman una hermandad admirable.

Está documentado que el origen de estas torres se halla en el Ball de Valencians, y este, a su vez, formaba parte del grupo de los balls de bastons. Sandra Gimeno i Vila, de Torredembarra, en su trabajo “El fet casteller”**, anota que la primera referencia del Ball de Valencians se ha encontrado en el año 1687, con motivo de la celebración de las fiestas de Santa Tecla, donde participaron los danzantes de Bràfim .

Se encuentran manifestaciones similares en otros lugares del Estado Español, concretamente en La Rioja. Hay que decir que no con la espectacularidad de los tarraconenses y, sobre todo, menos altos, ya que sólo alcanzan tres pisos. Se les llama Castillo. Varios danzantes, quienes previamente han practicado danzas de palos, trenzados, arcos, etc., forman, abrazados, un círculo cerrado; sobre ellos se coloca otro grupo y arriba, culminándolo, el cachiburrio o cachibirrio, que hace el papel del anxaneta, lanzando vivas a la divinidad festejada, al público y a las autoridades. En la localidad riojana de San Asensio un danzador se coloca cabeza abajo, bien estirado y otro de pie sobre las plantas del anterior. Castillos hemos encontrado documentados en La Rioja, además de en San Asensio, en Labastida, donde los jóvenes se encargaban de levantar la imagen en la romería de la Virgen de Toloño; en Cenicero durante las fiestas patronales; en Briones, con motivo de la festividad del Cristo de los Remedios; en San Vicente de la Sonsierra, dedicados también a la Virgen de los Remedios, donde el cachiberrio lanza vivas y recita cuartetas alusivas a la festividad; y por último en Hervías. También en Aragón elevan castillos, después de las dances, en Tauste, Cetina, Híjar y otros lugares.

El Diables con sus carretillas de fuego es otro de los ritos más demandado en el Baix Penedès y en Tarragona en general. Es un espectáculo de fuego, color y estruendo. Nuestros amigos de la revista El Dragabales nos remiten habitualmente la revista donde se tratan los aspectos del Ball de Diables de La Riera de Gaià, en la comarca limítrofe del Tarragonès. En la última aparecía un interesante estudio sobre este rito, que Jordi Rius se trajo de su visita a Cuzco. Allí tuvo ocasión de presenciar la procesión de la Virgen de Agosto, mezcla del cristianismo con las culturas indígenas. Hasta aquellas lejanas tierras llegó el Ball de Diables (cómo tantas cosas, buenas y malas, que llevaron los españoles) y a ello dedica un largo trabajo Wilma Feliciano, del departamento de Lenguas Extranjeras de la Universidad de Nueva York. En él dice que “según los lugareños la representación comenzó con una treta para someter a los indígenas al culto católico. De noche, los españoles, disfrazados de diablos con máscaras pavorosas, emergían de las entrañas de las pirámides en un carretón y recorrían las calles para aterrorizar a los nativos y obligarlos a aceptar a la Virgen”. Wilma Feliciano concluye el elaborado trabajo así: “En fin, “La Danza de los Diablicos” es una representación subversiva. Utiliza la estructura y las figuras del auto sacramental pero invierte el contenido católico para representar la agresión destructiva de una conversión basada en el miedo al Diablo y al Infierno. Lejos de evangelizar con amor y dulzura, la violencia del ángel expone la hipocresía católica. El ángel se lanza continuamente con espada en alto contra danzantes pacíficos que están adorando a su dios...”.

En la contraportada, la revista El Dragabales recoge las relaciones recitadas antiguamente, registradas por Hermes Aldana, de Túcume:

 Yo soy el diablo más grande
diente de palanca
que desde los infiernos vengo
en busca de doña Juliana.

Yo soy el diablo más chiquito
ojo de candela
que desde los infiernos vengo
a llevarme a doña Candela.

Yo soy el diablito chiquito
bruto y sin conocimiento
no me hace falta el talento
para hacerle este regalito.

Yo soy el ángel mayor
que vengo de la gloria
pa´que goce en las alturas

Además de las tradiciones arriba apuntadas (tal vez las más importantes, o las más lucidas y de mayor renombre) en el Baix Penedès nos encontramos muchas otras.

Las gralles acompañan en las distintas festividades.  Se trata de un conjunto de instrumentos musicales propio del mundo rural catalán, que Joan Amades estudia en su Costumari. Lo forman las chirimías, flautas y otros instrumentos muy rústicos. Son las mismas, o similares, que aparecen en las festividades mallorquinas: xeremías o gaitas, fabiol o flauta. En Mallorca utilizan los ferrets (instrumento que puede compararse al triángulo de metal) els ossos (huesos agujereados por ambos extremos, colocados en paralelo con un cordel, que se cuelgan del cuello y se golpean con una castañeta), el tamborino y las castañetas.

Els Tres Tombs, VendrellCon estos instrumentos u otros parecidos, las gralles acompañan el Carnaval, el Corpus y en el séquito del Pa Beneït o pan de Sant Antoni, por las calles de los distintos pueblos del Baix Penedès. El Pa Beneït, en La Bisbal, está relacionado con la siega del trigo y se celebra durante la festividad del Corpus; en El Vendrell la primera semana de julio, con motivo de la fiesta de los Barrios; y en Masllorenç y su agregado Masarbonès, tiene lugar durante las fiestas del pueblo, en verano. En otros lugares el pan se bendice el día de San Antonio, el 17 de enero, de ahí su nombre y, en este caso, se acostumbra a dar el pan a los animales domésticos para que sean preservados de los males que les acechan, así como pasearlos con sus mejores galas en una fiesta llena de colorido, Els Tres Tombs. Existe la Federació Catalana dels Tres Tombs, y toda fiesta que se precie les encarga el recuerdo de las actividades agrícolas, ya perdidas a causa de la mecanización del campo, y allí aparecen con sus recuas de animales boyales, sus carros adornados y sus actividades en desuso, para todos aquellos que no han vivido esa etapa dura del agro catalán.

Els Tres Tombs, La BisbalAntiguamente se bendecía la harina vieja antes de cosechar el trigo nuevo, cultivo mucho más extendido que al presente, al ir la viña ganando terreno. Entonces, la fiesta del Pa Beneït tenía lugar la Octava del Corpus. La tradición del Pa Beneït nos recuerda a otras similares del ámbito rural, relacionadas asimismo con los animales a quienes se les obsequia con el producto una vez que el cura ha hecho la cruz sobre él. La bendición de molletes en Castilla, o los panes y roscas de San Blas en todo el territorio peninsular, son otros tantos ritos comparables con el del pa beneït, una elaboración a base de harina, aceite, huevos, azúcar, levadura y ralladura de limón, con lo que se forma una masa ayudada por leche o agua, y a la que se le da forma de bollo o pez, y se lleva a bendecir para después repartir entre los asistentes.

En la ermita de Sant Marc, en el Montmell**, bellísimo enclave en plena montaña, se reúnen a primeros de mayo para cantar las caramelles. El origen de esta tradición fue el de solicitar por las casas la gallofa al final de la Semana Santa. Las collas caramellaires estuvieron compuestas por jóvenes provistos de instrumentos musicales propios del mundo rural: cañas, salterio, cuernos... y un palo rematado en gran cantidad de campanillas.

Joan Amades recoge otras tradiciones del Baix Penedès, las relacionadas con los males y sus remedios.  La noche de la víspera de San Juan existía la costumbre de escuchar con suma atención el cantar de los grillos y el croar de los sapos, convencidos de que el solo hecho de prestar esta atención sería suficiente para conservar las cosechas y la propiedad de los rebaños, además de, en función del sonido emitido, se sabía la suerte que esperaba al oyente. Dice Amades que los que entendían en esas artes y conocían el hablar de las bestias, sacaban pronósticos y augurios de la conversación entre grillos y sapos. También la Noche de San Juan, las personas que tenían poderes para sanar, los traspasaban a trozos de pan seco mediante oraciones y otros hechizos.

Sardanas, ferias (la de El Vendrell es la más importante), la noche de San Juan, capgrossos y cercavilas completan el ciclo festivo de la comarca. Y, por Navidad, otro rito extendido por toda Tarragona, y aún en Catalunya, nos referimos a Fer cagà el tió. En Nochebuena se coloca un tronco junto a una pared y se tapa con una manta; el tronco ha de tener huecos suficientes para esconder en su interior turrones, frutas confitadas, avellanas, almendras, barquillos, juguetes… Llegado el momento, los chavales, garrotes en ristre, apalean al tió de Nadal y los frutos escondidos en su interior van cayendo, con el alborozo lógico de los niños.

No podemos dejar de mencionar la costumbre de hacer encajes de bolillos, puntes al coixí, de los que podemos encontrar una buena muestra en el museo de L’Arboç**. Según Amades, existía la costumbre de estrenar la almohadilla el día siguiente de Sant Joan, por lo que los vendedores ambulantes recorrían por mayo los lugares donde existía esta tradición.

Museo de puntes a coixì de L'Arboç

Junto a los usos vivos, conservados y hasta mimados, queda el recuerdo de otros desaparecidos. Dos de ellos, la pingada del mayo y las enramadas, que nos dijeron se hacían en Santa Oliva, son propias del mundo rural, y más concretamente de las zonas boscosas, por lo que suponemos se practicaban en la parte del Montmell. En Castilla, cada año, los pueblos de la comarca de Pinares, cortan el pino más alto y, a primero de mayo, lo colocan, con harto esfuerzo, en mitad de la plaza. Es un trabajo duro para el que se requiere la colaboración de todos los mozos. Tanto la pingada del mayo, como las enramadas, tuvieron en principio relación con la llegada de la primavera, después el pino se pingaba en algunos lugares para recibir a las autoridades, sobre todo al obispo, algo que ya no se hace. En cuanto a las enramadas, se adquirió la costumbre de colocar en los balcones o tejados de las casas donde vivían mozas, una rama de pino u otro árbol, a veces cargados de frutas, para manifestarles amor o no, pues en ocasiones las ramas eran de cardos. En Santa Oliva nos dijeron que las enramadas eran papeles escritos, con versos, sentencias o declaraciones de amor, lo que en otros lugares del mundo rural se conoce como “aleluyas”.

El miércoles santo tenía lugar la Festa del Salpàs, en la que se bendecían las casas, se tiraba sal en el dintel y agua bendita con el hisopo (de donde recibe el nombre la fiesta) contra los malos espíritus. En Santa Oliva les regalaban huevos al sacerdote y ayudante que llevaba a cabo el rito.

Es también en este lugar de la plana del Baix Penedès donde se escucha la leyenda de la campana de oro que enterraron los moros en el interior del castillo, invención esta también extendida por el orbe rural, siendo posible escuchar sobre los objetos más raros escondidos en castillos, torres y cuevas, por ejemplo, pellejos de toro repletos de monedas, cadenas, pucherillos con joyas y un largo etcétera.

Del castillo de Marmellar** hemos escuchado otra leyenda. Nos contaron que hace muchos, muchos años, unas mujeres pasaron por debajo de él y escucharon unos sonidos como de moler trigo. Bromeando, una de ellas deseó que salieran buenas cocas. A la vuelta, en el mismo lugar, encontraron una buena cantidad de cocas recién cocidas. Huyeron como alma que lleva el diablo, por supuesto, sin osar probarlas.

Está perdida también  la costumbre practicada en El Vendrell, la noche de San Pedro, en la que se encendían hogueras delante de las casas donde vivían personas de nombre Pedro o Petra.

© Isabel Goig e Israel Lahoz
https://tarragona-goig.org

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© Isabel Goig, Israel Lahoz y Luisa Goig, 2005