PAISANAJE Pau Casals y el Vendrell |
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Durante años creí que antes de morirme la libertad volvería a mi querida tierra. Ahora no estoy seguro". Pau Casals En El Vendrell, pueblo de la comarca del Baix Penedès, tierra de vino y aceite, nació, en 1876, el violoncelista Pau Casals y Defilló, quien, por voluntad inquebrantable de su madre, Pilar, llegó a ser el gran músico del siglo XX. Para los que hemos formado el alma en Cataluña y la llevamos en el corazón, Casals fue siempre un referente y el Palacio de la Música su casa, donde acudíamos los domingos por la mañana por un módico precio de ocho pesetas (en los años sesenta) a escuchar la música que rebotaba en los ropajes de los ángeles barrocos, y donde acudimos el invierno de 1973 para homenajear al maestro escuchando su Cant dels ocells y El Pessebre, dirigidos por su hermano Enrique, con la sonada ausencia de Montserrat Caballé, indispuesta para la ocasión.
Pau Casals, fue, como tantos artistas e intelectuales, obligado a exiliarse cuando los fascistas, tras los años de la Guerra Civil, se hicieron con el poder en esta puñetera España, que diría Torrente Ballester. A partir de esa fecha, Casals dedicó buena parte de sus esfuerzos y de su dinero en ayudar a otros exiliados, en organizar conciertos benéficos para la Francia ocupada por los nazis y después en los festivales de Prades. Luchó con todas sus fuerzas contra el fascismo y juró no volver nunca a España hasta que volviese la democracia y Cataluña tuviera administración propia. Desgraciadamente él no pudo saber de la muerte del dictador, pues falleció dos años antes. Su esposa, Marta Casals, aún después de muerto Franco, se negó a que el cadáver fuera trasladado a El Vendrell, hecho que se llevó a cabo en 1979, con todos los honores y previa ceremonia en la Basílica de Montserrat, cuando ya Josep Tarradellas se había convertido en presidente de la Generalitat.
En El Vendrell el culto a Pau Casals queda patente en el conservatorio de música, que lleva su nombre, en el monumento en la plaza, en el órgano del que su padre hacía sacar notas, en su casa natal y en la sepultura del cementerio donde descansa para siempre junto a los suyos, por fin cubierto con su tierra. Casals era hijo de un organista nacido en Sants (Barcelona) y de una puertorriqueña de origen catalán, ambos instalados en El Vendrell. Vino al mundo en la calle Santa Anna número 2. Esa casa se mantiene casi igual que cuando Pau llegó al mundo. Es modesta y pequeña, debió ser limpia y cálida, pero no falta el piano y lo que en El Vendrell aseguran que fue el primer instrumento de Casals, la carbasseta, mandado hacer por su padre a un carpintero, con una sola cuerda, y que se asemeja a un violonchelo. Pegada a la casa natal del músico se encuentra la de otro gran catalán, Angel Guimerá, y en los bajos han instalado un museo arqueológico.
A pesar de que lo visitado en El Vendrell y en Sant Salvador servirá para acompañar la música y la figura del maestro, él siempre será, sobre todo, el gran hombre que luchó por la paz y las libertades, no dudando en cuidar todos los detalles. Por ejemplo, la primera interpretación completa de El Pessebre la hizo en Acapulco (Méjico), en la Vieja Fortaleza de San Diego, sobre el océano, en 1960, con el fin de agradecer públicamente la aceptación por parte de ese pueblo magnífico que es el mejicano, a los exiliados de la Guerra Civil Española. En 1946 hizo pública su voluntad de no tocar en ningún país vencedor en la Segunda Guerra Mundial que tuviese relaciones con el gobierno de Franco. Prades, en Francia, fue y sigue siendo, el lugar donde se exilió Casals, al que le rinden culto continuado. El músico quiso pagar la hospitalidad haciéndola universal con los Festivales de Prades.
© Isabel Goig Soler |
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