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MUNICIPIS DEL BAIX PENEDÈS Calafell y su Ciutadella |
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Hemos visitado en dos ocasiones el bello pueblo de Calafell. La segunda lo hicimos aprovechando el puente del 12 de octubre, pero el lunes, día 11, sorprendentemente, nos fue imposible acceder al interior de los recintos, tanto de la ciutadella como del castillo.
Calafell es un hermoso conjunto perteneciente al Baix Penedès, en la Costa Dorada. Sus cultivos de vid y olivo se extienden casi hasta la playa y la panorámica que se disfruta desde el altozano donde se asienta el castillo, así como el caserío arracimado en callejuelas estrechas y pinas que descienden desde la fortaleza a la mar, sería más que suficiente para aconsejar una visita. Pero Calafell cuenta con la Historia y dos edificios singulares para completar la belleza de la luz, la mar y el cultivo. Es tierra de cossetanos y de romanos que encontraron en la misma orilla del Mediterráneo lugares donde instalarse, espacios de donde obtener de la tierra la agricultura propia del clima y de la mar la vida para sustentar las suyas. Uno de los atractivos es la Ciutadella ibèrica. Este recinto, descubierto en 1982 y restaurado a continuación, se halla enclavado en el turó de las Toixoneres, junto al torrente de la Cobertera y enmedio de los aiguamolls, ahora ya desaparecidos, pero conservados unos kilómetros abajo, también en la Costa Dorada, en los municipios de Creixell y Torredembarra. Perteneció esta tierra a la Cossetania, antigua región del oriente de la Península Ibérica, que se extendía por el litoral de lo que luego fue Cataluña y estaba comprendida entre los ríos Ebro y Llobregat. Dicen algunos tratados de Prehistoria que tal vez el nombre de Cossetania se debiera a la destreza en disparar y manejar el arco, en cuyo caso el topónimo vendría de la voz oriental Koset, que significa “El arco de disparar flechas”. Los cossetanos que habitaron la Ciutadella de Calafell llegaron hacia el 600-500 a.de C. y se mantuvo hasta el siglo III o II a.de C., tal vez cuando los cartagineses fueron vencidos por los romanos y éstos se instalaron en la zona. La pequeña ciudad está rehabilitada de tal forma que tan solo puede verse de su primitiva construcción algo de la pavimentación de las calles y parte de la cimentación. Pero ha sido hecho con tanto seny, que es posible, con la ayuda de unos artefactos parlantes que se colocan en las orejas, meterse de lleno en lo que fue la vida de aquellos antepasados nuestros, por unas La ayuda complementaria se puede adquirir en la recepción en forma de cuento-relato “Petita història de la Ciutadella Ibèrica de Calafell", editado por Editorial Mediterrània, con textos de Joan Santacana y Josep Pou e ilustraciones de Pilarín Bayés. En él podemos saber cómo vivían, construían sus casas, secaban el pescado, se abastecían, se defendían y todo lo relativo a la vida cotidiana de los habitantes de la ciudadela, que a la vez nos conduce hacia otros enclaves similares.
Recomendamos la visita a este pueblo en otoño, cuando los turistas que buscan sólo sol achicharrante ya no pueden hallarlo, y las tonalidades del verde, junto con los azules de la mar y los algodones colgando del cielo, permiten contemplar un luminoso conjunto mediterráneo inolvidable. © Isabel Goig Soler |
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dependencias amuebladas y equipadas con los utensilios y adornos propios de la época.
El otro edificio para conocer la historia de Calafell se encuentra en la cima del caserío en forma de fortaleza, es el Castell. A partir del siglo XII y hasta el XVI, fue un castillo señorial, después un hospital de pobres, algo más tarde una de las tantas torres de defensa que abundaban por la costa con el fin de alertar a los pageses de la llegada de los corsarios. Una parte de las murallas que lo rodean fue saqueada, junto con el núcleo urbano por Felipe IV, durante la Guerra dels Segadors. En el interior del recinto estuvo ubicada la iglesia, hasta la construcción de la nueva, y los enterramientos se hicieron hasta mediados del siglo XX dentro del castillo.
Ciutadella Ibérica de Calafell
