MUNICIPIS DEL BAIX PENEDÈS Bonastre |
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La mejor forma de llegar a Bonastre, desde la costa, es por Roda de Barà, ocho kilómetros a través de una carretera estrecha y curvada que discurre próxima a la vieja estación de Roda, convertida ahora en restaurante. El paisaje que nos conduce está adornado por pino albar de tronco retorcido. Antes de entrar al núcleo urbano se pasa por el manantial más importante de Bonastre, Font de la Gavatxa, alrededor del cual se construyó una urbanización. El término, en un valle, tiene una extensión de unos 25 km2, está recorrido por varios torrentes, “El Roldonar”, “Barranc de l’Aguilera de Bonastre” y “Fondo de la Martorella”, según el mapa Geográfico y Catastral a 1:25.000, pero que en otras fuentes aparecen nominados como “Hortal”, “Quitèria” y de “Marcadé”. La localidad de alza 177 metros sobre el nivel del mar y las alturas más relevantes del término se localizan en “El Sitgetì”, al NE, 352 metros de altura; “Puig Barbolì”, al Oeste, con 311 metros de altitud; y al Sur “Muntanya del Molì”, 243 metros. Su tierra está salpicada de masías, entre las que destacan “Masía dels Plans”, “Mas Gatell” y “Mas de Trunyella”. Su término está plantado de viñas, almendros, olivos y avellanos, como corresponde a la agricultura mediterránea y, más concretamente y en cuanto al vino se refiere, a la comarca del Baix Penedès. Se acompaña esta actividad con árboles frutales, entre los que destacan los melocotoneros, rebaños de cabras y granjas de porcino y aves de corral. Según Pascual Madoz, en su “Diccionario geográfico-histórico”, cuyos datos fueron recogidos a lo largo de los años 1845-1850, en Bonastre manaban muchas fuentes y el terreno cruzado por acueductos, suponemos que acequias para el riego. Pasaba el camino de carruajes que iba de Roda a Masllorens. La actividad, hace ciento cincuenta años, estaba basada en el vino, el aceite y los ajos, era, además, el terreno rico en cáñamo. Había colmenas, minas de plomo e hierro sin explotar, dos telares, dos molinos, dos fábricas de aguardiente. Se extraía yeso blanco y negro, cal y se fabricaban espuertas de palma que se exportan a Tortosa y Coll de Balaguer. Durante parte de la Alta Edad Media y toda la Baja, Bonastre, como muchos de los territorios de la Nova Catalunya, pertenecieron al señorío del Monasterio de San Cugat del Vallès. Durante Los doce años que duró la “Guerra dels Segadors” (finalizada con el “Tratado de los Pirineos” en 1659, con grave perjuicio para la integridad de los territorios catalanes) fue refugio de los habitantes de los pueblos que lo rodean. Su término, considerado lugar de paso de las tropas napoleónicas a comienzos del siglo XIX, fue atacado, en 1822, por una expedición de castigo a cargo de las tropas liberales de Tarragona, Reus, Valls, Altafulla y Torredembarra, debido a la tendencia absolutista de la población durante el trienio liberal (1820-1823), cuando ya Fernando VII había firmado efectivamente la Constitución de 1812.
Con el nombre de Santa Magdalena está bautizada la fuente, a la orilla de la carretera, enfrente de la iglesia. Un lugar que en su día se destinó a los usos comunes de la época, como el de abastecer a los vecinos y servir de lavadero y lugar de recreo y que en la actualidad se encuentra casi abandonada. Frente a ella, en un terraplén ajardinado, han instalado una presa antigua de uva.•. Existen en el núcleo urbano dos edificios singulares, la “casa Fontanilles”, construida en el año 1853 y que muestra unos interesantes esgrafiados en la fachada, y la “casa Delme”, propiedad particular, restaurada, donde antaño se recaudaban los diezmos –de ahí su nombre- que pertenecían al Monasterio de San Cugat y las primicias correspondientes a la iglesia del pueblo.
Bonastre celebra su Fiesta Mayor los días 22 y 23 de julio, conmemoración de Santa Magdalena. Se sabe, según Salvador Arroyo en su trabajo incluido en “Els Balls Parlats a la Catalunya Nova –Teatre Popular Català-”, 1992, que en Bonastre, y coincidiendo con sus fiestas, se bailaba el “Ball de Santa Magdalena” (de tradición religiosa) hasta 1941, tal y como Arroyo afirma, recogido de Josep Mercadé i Riambau. Desde el año 1988 y durante las fiestas, salen “els aguilots”, figuras de cartón-piedra. © Isabel Goig Soler e Israel Lahoz |
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