Otra vez es imposible llegar a Atocha.
Otra vez cae la puerta de doscientos kilos
y se abre un foso para los de siempre.
Otra vez han gritado las sirenas
a doscientos pasos de las fuentes
y doscientos corazones no se han levantado.
Otra vez un mar de hierro al rojo
nos coge por los pies.
¿Por qué tantos al sur del agua dulce?
Siempre tantos de este lado, ¿por qué?
¿Por qué tan colosales postigos?
¿Por qué sus ejes tan desquiciados?
Siempre tantos fuera del cordón sanitario.
Tantos, siempre de los de siempre.
Tantos tan dormidos, tantos ya para siempre.
Nunca amén.