
A orillas del río Gaià se asienta Pont d’Armentera. En esas tierras, antes de que las aguas se inclinen hacia el Francolí, convergen, tanto por la orilla derecha como por la izquierda, varios torrentes. Tanta agua –aunque supeditada a los estiajes- han configurado un paisaje que, se mire hacia donde se haga, aparecen todos los verdes, ya sean domesticados, como en los huertos, ya libres y salvajes. El territorio del Pont y de Querol comprendido entre los torrentes de Rupit y Comadevaques, está incluido en el Pla d’Espais d’Interès Natural de Catalunya. Dentro de este espacio están los castillos de Saburella (Querol) y Selmella (Pont d’Armentera).

Olmos y fresnos, álamos, pinos, arbustos de todo tipo, balsas de agua en el lecho del río y fuera de él, y una rica fauna de agua compuesta por cangrejos, nutrias y barbos, componen un espacio verdaderamente especial y protegible.
Los romanos se fijaron en este espacio, sobre todo para llevar el agua a la gran capital que era Tarraco. Los restos del acueducto, remozados una y otra vez, otorgan al Pont d’Armentera su peculiar fisonomía. A sus pies se muestra, perfectamente cuidada, una tierra dedicada a horticultura.

Todas sus tierras, de frontera, pasaron a formar parte del patrimonio de Santes Creus, cuando el señor de ellas, Ramon Alemany, las dejó en testamento al monasterio antes de acudir a la conquista de Mallorca. Más tarde, por orden del rey Pere el Cerimoniós, a instancias del abad de Santes Creus, se concedió a Pont d’Armentera mercado semanal los sábados. Sería por aquellas calendas que el mismo rey autorizaría la fundación de un hospital laical para los enfermos del pueblo, fundado en 1386, y que en la época en que Pascual Madoz publicó su estudio (1845), todavía pervivía.

Pont d’Armentera fue creciendo, y a final del XVIII vivían unas doscientas familias, dedicadas en su mayoría a la agricultura, aunque no faltaban tejedores, un sastre y hasta un médico. Los siglos XIX y hasta mediados del XX fueron de pujanza, tanto poblacional como industrial, pequeñas industrias, naturalmente, relacionadas con la textil, como la de pelaires, alpargateros, tejedores, tintoreros, oficios que se habían consolidado alrededor del agua. Pervivían los molinos harineros, todos ellos con nombre propio: del Catxo, de les Causes Pies, del Pas y el Molí.
 
 Después, en los años cuarenta, las masías se fueron deshabitando, Cal Cases, Cal Masnou, Cal Palati, Cal Tous, Cal Batilet... y la población cayendo sin parar. Es el sino del mundo rural. En la masía Cal Cagall llamada también Pallissa de la Creu se conserva una capilla románica. Con la población cayeron también las fiestas pequeñas y humildes, como el salpàs, el buscar nueve piedrecillas para protegerse del mal tiempo, regar las casas el Sábado Santo con agua bendita.
 
 Lo que de todo aquello puede verse en la actualidad, apenas es un pequeño testimonio, como la empinada Cuesta Rec d’en Termens o el arco del carrer Vila Closa, indicadores de que la villa estuvo amurallada y tuvo sus arrabales, como lo demuestra la calle con el nombre de Raval. El Aqüeducte romà o pont de les Fermades fue restaurado en el siglo XVIII.

Del siglo XVII es la església parroquial de Santa Magdalena, edificada sobre otra anterior de la que nada se conserva. En realidad son pocos los edificios de las épocas románica y gótica que se conservan en la Catalunya Nova. Parece como si, una vez liberados del yugo señorial, los habitantes hubieran querido también hacerlo de los edificios que la recordaban. El retablo de la iglesia es barroco y fue restaurado hace pocos años.

Nos llamó la atención un edificio propio de mediados del siglo pasado, con la leyenda “Cine Forn”, por supuesto cerrado. Junto con un bar grande y muy limpio, y algunas casas con cierto aire de venerabilidad, componen los últimos vestigios de tiempos en que la población todavía no había emigrado en busca de la industria tarragonina.
Tienen muchos servicios, panadería, bancos, cuartel de la Guardia Civil, y unos edificios modernos.
Como buen pueblo catalán, se han organizado en distintas asociaciones: Cooperativa agrícola, Amics de la Botifarra, Grup de Teatre La Nouvelle Troupe, Club de Dones, de Gent Grand, de Grallers, d'Escacs, de Caçadors, de Fútbol y Nans l’Arcada. Por encima de ellas –por antigüedad, ya que está formada desde 1950- está la Orquestra Els Galants, que ha merecido la dedicación de una calle en Pont d’Armentera.
Entre todos ellos se encargan de organizar el calendario festivo que tiene dos fechas importantes, la del Sant Crist, el 3 de enero, y la Festa Major d’estiu, el 22 de julio, día de María Magdalena. Encienden hogueras en Sant Joan y han recuperado la tradición de caramellas.
Todo ello envuelto, de manera secular, por la impresionante masa forestal, por los huertos, los avellanos, los olivos y la viña.
 
 Tuvo un pueblo agregado, muy poco habitado, hasta que se quedó solo. Se trata de Selmella, a 8 kilómetros del Pont, por pistas forestales en mal estado en parte de su recorrido, aunque bien señalizado para hacerlo a pie como sendero. Conserva las ruinas de una pequeña iglesia románica dedicada a Sant Llorenç. En la parte alta de lo que fuera pueblo de Selmella, se alza el castillo del mismo nombre, perteneciente a la familia Cervelló, aunque las tierras fueron del Monasterio de Santes Creus. A pesar de haber servido, como todas estas construcciones, de pedrera para edificar las casas de los pueblos de alrededor, conserva muros impresionantes basados en la roca viva, la cisterna y la torre.

Festa Major d'estiu, el 22 de juliol, diada de Santa Magdalena. Processó del pa beneït. Festival infantil Festa del Sant Crist, el 3 de gener. Processó del pa beneït.
Gastronomía. Como abunda el membrillo hacen con él el dulce habitual, y otro cocido con vino y espesado con harina. Por Cuaresma la escudella de bacallà amb fonolls. Y todavía, en la panadería, hacen coca de almendras, pero sólo los sábados, y como nuestra visita fue un miércoles, nos quedamos sin probarla. Hay Mercat el viernes. Agrícola del Pont d'Armentera.
"El Pont d’Armentera" - Autor: Domènec Ribes i Mateu - Pàgines: 104 - ISBN: 84-96035-13-1 - Cossetània Edicions - Col·lecció: IEV-Estudis Comarcals. L’Alt Camp. Poble a poble, núm. 2
El río Gaià La religiosidad del Císter
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