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© Isabel Goig |
EL FOLCLORE Y LAS TRADICIONES |
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Las danzas hunden sus raíces en lo más profundo de la Historia y en todas las comunidades. El hecho de cogerse las manos y, en corro, moverse al ritmo de cualquier objeto que lo produjera, esté o no documentado –que lo está- es tan antiguo como la Historia, escrita o no. Su origen es rural, como el origen de casi todo, y está relacionado con la tierra y sus ciclos. Después se irían ampliando y alimentando de las distintas situaciones y ambientes, por ejemplo el guerrero, el religioso, el urbano. Els balls catalans, tanto parlats como sin parlamento, parecen ser herederos, además del origen rural, de la tradición teatral medieval. Vivieron su auge desde final del siglo XVIII hasta mediados del XIX, después casi desaparecieron y desde hace unos años intentan abrirse camino con mejor o peor suerte. Parece ser que un su decadencia tuvo un papel importante la desaparición de los gremios, que eran los que los financiaban, y la intervención de la Iglesia. En las fiestas de Santa Tecla, se puede ver una representación de casi todos los que tradicionalmente se han dado en la Catalunya Nova. El de Bastons se ha mantenido fuerte en toda Catalunya, y en general en todo el mundo rural de la península. Otro tanto puede decirse del de Diables. La comarca que nos ocupa, l’Alt Camp, apostó por el de valencians, es decir, el castell. Valls, con sus dos collas, lleva por el mundo el arte de levantar castillos humanos. Els Xiquets de Valls muestran su buen hacer en las diadas castelleras que tienen lugar en la capital de l’Alt Camp y fuera de ella. En Valls se sigue representado el Ball de Diables, y en alguna festividad el de Dames i Vells, d’en Serrallonga, Moixiganga, Bastonets, Gitanes y de la Primera. Otras tradiciones se dieron en distintos momentos de la historia, además de balls parlats, profanos o hagiográficos. Por ejemplo, en Santes Creus, y según Joan Amades, parece que era costumbre, por Navidad, dar neules a los feligreses. No tienen nada que ver las neules de entonces con las actuales. Las antiguas eran redondas, con dibujos, escudos, oraciones, súplicas. Algo así como estampas comestibles. Amades dice que en el monasterio se conservan unos neulers con las armas de un abad que rigió los destinos de la comunidad en 1330. Leyendas de Santes Creus existen, y muchas. Recomendamos, para ellas, la lectura del libro de Eufemià Fort i Cogull “Santes Creus”. En él se escribe de la procesión de la Bendición del Pa de Caritat de Dijous Sant, que se hacía en la parroquia de Santa Llúcia, al lado del monasterio. En ella, los batlles de Aiguamúrcia, Les Pobles y Les Ordes iban con toda la pompa, detrás del abad. Y del gracioso que se queda ciego al intentar profanar una tumba. Y de la Oració dels perduts, toque agudo de campana, lo último que se oía por toda la comarca antes de que la comunidad fuera a dormir. En Amades puede leerse la descripción de la fiesta en honor del patrón de Vila-rodona, Sant Llorenç, que se celebra el 10 de agosto. Se representaba un baile dramático sobre la vida del santo. Entre los episodios sobresalía el de su muerte, en las parrillas de madera que se colocaban en medio de la plaza con unos trapos rojos debajo simulando las llamas. Mientras lo quemaban los fieles no dejaban de gritar a los verdugos. Al cap d’una estona d’estar damunt de les graelles demanava que el tombessin de costat, per tal com ja estava prou cuit de la banda que tenia en contacte amb les barres de ferro roents i volia rostirse de l’altra. Els botxins el satisfeien. Després de mort seguia actuant i feia nombrosos miracles (Amades). Y siguiendo con Amades y su Costumari, encontramos una referencia a la fiesta de L’Albà. El 16 de agosto se conmemoraba con la representación del ball de Sant Roc, patrón de la población. El protagonista anava vestit de pelegrí amb bordó i esclavina i duia el barret adornat amb petxines cosides i una ploma blanca, com si vingués del sepulcre de Sant Jaume. Duia l’alt bastó amb la carbasseta penjada. Anava amb un camal de les calces arremangat i deixava veura una cama nua, damunt de la qual portava, simulades, un seguit de nafres. Un gosque li feia de company, en diferents moments de la farsa li llepava les nafres. Per tal que la bestiola no refusés de fer la seva comesa en el sentit indicat, les falses nafres eran cobertas amb sucre roig, que les feia dolces i alhora els donava un color adient per el cas. Aparecía también un diablo que tentaba al santo. Durante la representación el santo obraba varios milagros. Otro ball que se representaba en l’Albá era el de Sant Ramon. El calendario festivo, en la actualidad, se estructura de la siguiente forma. Valls, en enero, domingo anterior al de Sant Antoni, Festa dels Tres Tombs. El último domingo, Gran Festa de la Calçotada y a mediados del mes Exposició Mediterrània d’Aus de raça. Exposició Internacional Ciutat de Valls.
En Vila-rodona, el primer fin de semana después de Tots Sant, se celebra la Fira Agropequària. En Pont d’Armentera mantienen sus tradiciones a través de asociaciones como el Grup de Grallers y Nans l’Arcada, de la Dona, de Caçadors. Han recuperado las Caramellas, encienden hogueras en Sant Joan, y guardan fiesta el 3 de enero en honor del Sant Crist y el 22 de julio a Santa Magdalena. En Montferri se reúnen en el Santuari de Montserrat el domingo anterior al 27 de abril y el 15 de agosto.
El Ball de Serrallonga tiene su origen en un personaje real, Joan Sala, bandolero del siglo XVII, que fue ajusticiado en 1633. La literatura romántica le dio una dimensión que llegó a ser, con su baile, teatral. Parece ser, según algunos historiadores entre los que se encuentra Víctor Balaguer, que Serrallonga fue, además de un bandolero, un luchador por los derechos del pueblo catalán, algo que otros más modernos niegan rotundamente.
Los personajes varían según las versiones del baile, que son varias. No falta, además de Serrallonga, su compañera, Joana y el “xiquet”, el hijo de ambos. Los bandoleros eran legión, entre ellos destacan el Gavatxo, que habla mitad en francés, mitad en catalán, el Diable aparecía en casi todas las representaciones, y el encargado de hacer el parlamento de entrada. Pero los verdaderos protagonistas del baile eran –y son ahora pero con fogueo- los trabucos y las pistolas, que en ocasiones llegaron a prohibirse.
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