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Santes Creus

Querol

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Colabora

© Isabel Goig
Luisa Goig
Israel Lahoz
2007

LA RELIGIOSIDAD DEL CÍSTER ALREDEDOR DEL RÍO GAIÀ

 

Monestir de Santes Creus

Queríamos conocer l’Alt Camp y lo hicimos a mediados de mayo. Hacía un calor más propio del verano que de la primavera. La lluvia caída días atrás, mansa y beneficiosa, había penetrado en las tierras mullidas, ahuecadas, trabajadas por el pagés con el mimo del jardinero. Había lavado las cepas dejando las hojas de un verde brillante y esmeralda y los pámpanos curvados hacia la fuerza de la tierra. Los olivos sacudían el polen amarillento, rodeando como una alfombra a su tronco, y los almendros, cargados de allozas, ponían la nota femenina al campo humanizado.

En los ribazos de las rieras y del río Gaià aparecían flores de todos los colores, saúcos blanqueados por sus rosetones, álamos y olmos con las hojas frescas y jóvenes. Una sinfonía de roces subía desde el agua, abriéndose camino por entre el follaje. Todos los tonos del color verde, infinitos, incapaces de ser copiados por el ser humano, decoraban nuestros descansos, sorprendían nuestros ojos. Todo el camino era una explosión de vida.

Y esa vida se completaba con el edificio al que entrábamos, el monasterio de Santes Creus, de piedra venerable. Aunque sin comunidad que lo habite desde hace muchos años, la luz entrando por los acanalados de las piedras de talla gótica, formando dibujos en el suelo y las paredes, el agua de las fuentes, los árboles del interior, completan la exhuberancia que le rodea. El cenobio se edificó ahí, junto al Gaià, gracias al río que propicia tamaña explosión de vida.

Monestir de Santes Creus

Corría el siglo XII. El conde de Barcelona, Ramon Berenguer IV, conquistó Tortosa y Lleida en 1149, y cuatro años después el último reducto sarraceno, Siurana. La Catalunya Nova estaba en poder de los soberanos catalanes. Era necesario repoblar para consolidar las fronteras, levantar castillos, llevar vasallos, alimentar focs para aumentar los censos, gentes que trabajaran la tierra y pagaran los tributos.

Los monjes del Cister organizaban bien la tierra, la orden había surgido en el Sur de Francia, austera, como reacción al lujo del Cluny. Conocían los secretos de la tierra, cómo organizarla, qué cultivos propiciar. Lo de la inicial fundación del monasterio en Valldaura, los nombres de santos y prebostes fundadores, lo dejaremos para los eruditos, nosotros no haríamos más que copiarles a ellos.

La ubicación, en las postrimerías del siglo XII, en Santes Creus, estuvo propiciada por el agua y la vegetación, pero por encima de este hecho natural, estaba la necesidad de repoblar y organizar esa amplia zona de la Catalunya Nova. En aquella época lo que el siervo pensara o deseara no tenía importancia, y a ellos, suponemos, les daría igual un señor que otro, de todas formas debían pagar tercias, diezmos, y todos esos impuestos con que se grababa a la gleba. Llegarían a trabajar la tierra de la Catalunya Vella sobre todo, y allí se quedaron, al amparo del Cister.

Los monjes debían mantener y engrandecer la Casa, poner cada año más tierras en cultivo, hacerse con más patrimonio, y para eso existían los nobles, con sus mandas testamentarias. Cuando en el siglo XIII Jaume I, llamado con toda propiedad el Conqueridor, decidió arrebatar a los musulmanes las islas Baleares, todos los nobles que se preciaran le acompañaron, también los templarios. En las tierras nuevas les esperaba la gloria, no sólo conseguir villas y aldeas para el Cristianismo, sino para ellos, por derecho de conquista.

Claustre gòtic del Monestir de Santes Creus

Muchos de estos nobles acudieron a Santes Creus a hacer testamento, digamos que los que tenían propiedades por los alrededores, otros acudirían a Poblet. Estos nobles cedían la mayor parte de sus territorios al abad, en representación de la comunidad, a la vez que dejaban bien escrito su voluntad de ser enterrados en la Casa. Legaron extensiones enormes, villas y aldeas, términos enteros. El vescomte de Béarn, Guillem de Moncada, legó un señorío entero, el de Puigtinyós. Ramon Alamany de Cervelló más señoríos, Gaians y Pont d’Armentera. Guillem de Claramunt, salinas y La Secuita. Guerau de Cervelló el castell de Ferran. Murieron en la batalla y fueron inhumados con toda pompa en el claustro del monasterio, donde aún permanecen sus restos y sus armas grabadas en la piedra.

Faltaban los monarcas, los primeros interesados en engrandecer este cenobio y otros, desde donde se organizaban tierras y siervos, y de donde se cobraban la parte correspondiente a los impuestos reales. Pere el Gran (1240-1285), hijo de Jaume el Conqueridor, les donó los castillos de Cabra, Sarral y Forès. Los monjes se hicieron cargo del cadáver de este rey, fallecido en Vilafranca del Penedès, lo llevaron en procesión, y con el tiempo tendría la tumba más hermosa que luce en la iglesia del monasterio, y que, según Artemi Folch (Santes Creus, panteó reial) posiblemente sea el único sarcófago que nunca ha sido profanado.

El hijo de Pere, Alfons el Franc, congregó allí, a su vuelta de Mallorca, grandes, prelados, para reforzar ante el mundo el poder de Santes Creus. Blanca d’Anjou (+1310) y después su esposo, Jaume II (1267-1327), hijo también de Pere el Gran, bautizado en Constantí (Tarragona) dejaron mandato en su testamento de ser enterrados en Santes Creus.

Enterrament de Blanca d'Anjou al Monestir de Santes Creus

El hijo, Alfons el Benigne, elegiría Lleida y Pere el Cerimoniós, se decantaría por Poblet, y con él sus sucesores.

Otros personajes de sangre real fueron inhumados en el monasterio de Santes Creus. Ferran Sanç de Castre, hijo bastardo de Jaume el Conqueridor y Blanca d’Antilló, el cual, según Folch, se encontraría en una urna, dentro del panteón de los Montcada-Medinaceli, en el antiguo altar de las Ánimas, en la iglesia del monasterio.

La reina catalana Margarida de Prades (Falset, 1387-1429), última esposa (y viuda) del rey Martí l’Humá, tiene también en este monasterio su última morada. Fue una de las pocas reinas nacidas en Catalunya (las otras fueron Elisenda de Moncada y Sibil.la de Fortiá), hija del conde de Prades, perteneciente por tanto a la Casal Reial Catalá. Falleció siendo abadesa de Bonrepòs, de la orden cisterciense como Santes Creus, y relativamente próximo. En una pared de la nave de la iglesia, una urna de piedra, muy sencilla, con su nombre fuera, indica el lugar donde, definitivamente, ha sido ubicada la última reina del Casal Català. Bonrepós, extinguido en 1452, fue incorporado a Santes Creus. Tuvieron problemas con la cartuja de Scala Dei, cosas de tierras y señoríos. El claustro del monasterio de Bonrepós fue instalado en Santes Creus, donde puede admirarse.

Naturalmente, estos enterramientos llegaban acompañados de mandas testamentarias tales como la de la reina Blanca, que legó el castell d’Ofegat, con todas las posesiones y pertenencias, joyas, reliquias, dineros para misas y sufragios por su alma.

Los abades del Monasterio de Santes Creus, como los del vecino de Poblet, se fueron constituyendo a lo largo de la Edad Media en verdaderos poderes terrenales. Intervinieron en asuntos culturales y políticos. Se les pedía opinión y consejo, que eran vinculantes. Apoyaron, por encima de todo, lo catalán. Eran fieles a los reyes de Aragón y condes catalanes.

Mientras ejercían estos poderes, sus vasallos practicaron la trashumancia hasta el Pirineo, se especializaban los cultivos, se ponía a disposición del siervo primero y pagés medio libre después lo necesario, se les garantizaba el trabajo, la protección, la salud espiritual. Favorecieron, en definitiva, la repoblación, algunos pueblos tuvieron su origen en los que fueron a trabajar al monasterio (Pont d’Armentera y Montferri, en l’Alt Camp) y otras comarcas adyacentes, propiciaron una incipiente industria relacionada, sobre todo, con la lana. Los monjes, muy cultos, acudían a enseñar y a aprender a distintas universidades, se graduaban en distintas disciplinas, y eso luego lo plasmaban en sus posesiones, y en su historia.

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Claustre gótic del Monestir de Santes CreusFaçana de l'església del Monestir de Santes CreusEl palau reial del Monestir de Santes Creus

Pero, cosas del servilismo con los castellanos, inevitable para la subsistencia del cenobio por otro lado, la catalanidad del monasterio flaqueó. El Compromís de Casp, por un lado, y el posicionamiento a favor del Príncipe de Viana, que desató la soberbia de la prepotente Juana Enríquez, madrastra del desgraciado príncipe, fueron momentos claves en la historia de Santes Creus. Con todo y eso, los abades trataron de que el poder real no entrara en la casa pero eso era difícil con los reyes centralistas. En el siglo XVIII todos los abades, inevitablemente, eran afines a los borbones. Un siglo antes habían perdido el priorato de la Orden de Montesa, que habían mantenido durante siglos.

1835 acabó con la vida monástica y no se ha restablecido hasta la fecha. Antes, en 1820, por el Decreto de Supresión y disolución de todas las casas monásticas, sus bienes salieron a subasta, pero los monjes volvieron hasta 1835. Como sucedería en todo el Estado Español, las propiedades de las órdenes religiosas no servirían, en general, para aliviar las necesidades del campesinado y los obreros, antes bien, pasaron a manos de nobles y ricos zafios, quienes propiciaron el destrozo total de verdaderas obras de arte, que debieron pasar a formar parte del acervo cultural de cada nacionalidad. La Desamortización de 1835, bien estudiada por especialistas a lo largo de muchos años, supuso, según la mayoría de los investigadores, el destrozo por parte de la España inculta que dejó patente su odio y resentimiento, como otras veces.

En 1844 se crearon las Comisiones Provinciales de Monumentos. Gracias a eso y un monje que se ocupó de la parroquia, se salvaría algo. Sirvió de cárcel. Con sus piedras se hicieron fortificaciones. En 1921, esta caja de historias, Historia y leyenda pasó a ser Monumento nacional.

En la ruta "La Sierra, los Castillos y la Comarca, escribimos sobre los baluartes de la cuenca alta del Gaià. En esta –La religiosidad del Cister alrededor del Gaià- nos detendremos en tres municipios:

Aiguamúrcia El Pla de Manlleu Les Pobles Santes Creus

El Pont d’Armentera

Vila-rodona Vilardida

El río Gaià   La Sierra, los Castillos y la Comarca    Falset

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Arxiu Bibliogràfic de Santes Creus
La ruta del Cister
Els monestirs de Catalunya Alt Camp
Real Monasterio de Santes Creus
El Gaià, un riu fortificat
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© Isabel Goig, Israel Lahoz y Luisa Goig, 2007